La duración de la espera es el factor determinante

Ante situaciones complicadas, ya sea por cosas que nos disgustan o no las esperábamos, una de las acciones más comunes es la de esperar a que pase.

Y no hay nada de malo por esperar, es algo que se ha hecho toda la vida.

Pero aquí lo importante no es la situación en sí, sino la duración de esta.

Entiendo que si estamos trabajando en el exterior, miramos el tiempo y dicen que va a llover, decidamos esperar a mañana para continuar el trabajo, incluso tres días si es necesario. Lo mismo si nos ponemos malos y tenemos unas décimas de fiebre, incluso considero en estos casos beneficioso el hecho de esperar.

Pero en otras ocasiones la situación va a extenderse por un periodo de tiempo largo, demasiado largo. Quizá has tenido una lesión física que va a tardar en curar varios meses, un confinamiento a nivel mundial de muchas semanas o una crisis que puede durar años.

En ese momento, la acción de esperar es demasiado larga, en ese momento toca cambiar el plan. Y si ya no puedes ir al trabajo caminando, tocará buscar una alternativa para seguir cumpliendo; si no puedes salir de casa porque el Estado no lo permite, tendrás que hallar la forma de continuar con tu rutina; y si la crisis nos da un buen bofetón, pues tocará mover el culo para revertir o minimizar esa situación. Aquí esperar va a traer más malo que bueno.

Dicen que un buen plan para hoy es mejor que un plan perfecto para la semana que viene.

Imagina si hablamos de periodos más largos.

2020-06-03T18:38:48+02:00junio 3rd, 2020|

Conocer no sirve, hay que experimentarlo

En la época en la que vivimos nunca ha sido tan fácil conocer cualquier cosa.

Puedes recorrer las calles de todos los países del mundo desde el sofá de tu casa.

Saber qué ocurre en China o en Australia de forma instantánea.

O qué le pasa a una persona que durante 75 días se fija una rutina estricta y exigente.

Ya no hay excusa para no conocer, pero el precio que estamos pagando como sociedad es que experimentamos menos.

Sentimos que por haber visto un documental, la información que hemos recibido ya es plena, no nos queda nada que añadir a ese matiz. Y lo cierto es que eso que dicen de que «la experiencia es un grado» es así. La experiencia añade una capa extra al conocimiento, que la parte teórica no te puede dar.

Ver fotos o vídeos de una ciudad no se puede comparar a recorrer sus calles, porque la experiencia se torna completa, actúan todos los sentidos y sobre todo el aspecto emocional.

Ver un Vlog en Youtube sobre cómo una persona hace ejercicio estricto durante 30 días y consigue un cambio positivo en su vida, no tiene ni una centésima parte de los beneficios que tendría si lo pusieses en marcha tú.

Y en Marketing muchas veces creemos que «sabemos» todo sobre nuestro público, cuando no hemos experimentado su situación. Y lo que tenemos son connotaciones teóricas de lo que supone ser como nuestro público, pero la experiencia es un grado.

Al igual que tenemos muchas más facilidades para conocer todo en el mundo, también tenemos esas facilidades para experimentarlo. No caigamos en el error de creer que saber es vivir. Porque el vivir se basa en la experiencia y no en la teoría.

Y tu negocio también debería basarse en ella.

2020-01-26T08:46:44+01:00enero 26th, 2020|
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